¿Sindicatos paralelos?
LAS TAREAS PARA LA CONTRUCCION DE UN SINDICALISMO
DEMOCRATICO Y PARTICIPATIVO. Por Alejandro Belkin - La tarea de construir un sindicalismo democrático y participativo no es para nada sencilla, especialmente en el ámbito de la actividad privada, cada paso se encuentra plagado de múltiples dificultades.
El crecimiento económico que transitó el país a
partir del año 2003, abonó el terreno para la lucha sindical y permitió la
emergencia de una extendida camada de activistas anti-burocráticos. Este proceso
nos plantea nuevos y renovados desafíos. ¿Cómo ayudamos a consolidar y a
desarrollar estas flamantes experiencias sindicales? Se han formulado diversas
respuestas. Algunos compañeros han planteado que tenemos que crear sindicatos
paralelos en todos los sectores. La política de construcción de nuevas
organizaciones gremiales, ¿es el mejor camino?
La pregunta así planteada pensamos que se
encuentra formulada de manera incorrecta. La pelea principal no es una cuestión
de estructuras organizativas, ni tampoco un tema estatutario. El objetivo radica
en ganar a la clase trabajadora para una política sindical democrática y
participativa, opuesta a la que sostienen las direcciones burocráticas.
Sin dudas, los avances que vayamos logrando en
este sentido, para que se hagan efectivos, deben cristalizar necesariamente en
organización. De esta forma, iremos acumulado fuerzas. Sin embargo, tenemos que
ser muy cuidadosos en este proceso. No hay fórmulas mágicas, ni recetas que se
puedan aplicar en todos los casos. Las formas organizativas más apropiadas
dependerán, fundamentalmente, de las relaciones de fuerzas que los trabajadores
hayan logrado construir, en cada momento y en cada lugar.
Construir con los
trabajadores
Para desarrollar un trabajo sindical serio,
debemos ir al encuentro de los trabajadores donde ellos estén, formando parte en
su proceso de organización y concientización. Por esa razón, como regla general,
debemos militar en las organizaciones donde se encuentren los trabajadores.
Aunque esas organizaciones sean sindicatos completamente burocratizados, allí
debemos estar. Es la única forma de fundirnos en el movimiento real. Sólo
formando parte de las necesidades concretas de los trabajadores, de sus
experiencias cotidianas, podemos desplegar nuestra política con posibilidades
ciertas de éxito.
En la gran mayoría de los casos, las asociaciones
gremiales en las que se encuentran encuadrados los trabajadores, no son las que
nosotros quisiéramos. Sin embargo, si los mismos compañeros las reconocen como
propias –por acción u omisión- ese es el terreno sobre el que debemos
actuar.
Insistimos con esta idea, todo aquel que quiera
hacer un trabajo político serio, que busque construir poder real, debe
fusionarse con las masas obreras, trabajar donde ellas se encuentren. La
necesaria vinculación que debemos establecer con los trabajadores tiene un
objetivo bien preciso: ganar a las bases para una política sindical distinta de
la sostenida por las direcciones burocráticas. Dicho en otros términos y para
que quede claro a donde apuntamos, no se trata de recuperar los sindicatos en
general –formulación que en sí misma es una abstracción si no se le da un
contenido determinado- sino de promover en las bases una política sindical
democrática y participativa.
Si logramos vincularnos con las necesidades
concretas de la clase trabajadora y ganarla para nuestra política sindical, en
ese momento y sólo en ese momento, pasa a segundo plano la organización formal
que las contenga. No se trata de una cuestión de siglas, el problema reside en
convencer a los trabajadores para que se involucren y adopten una política
sindical democrática y participativa. Una vez que los trabajadores han logrado
organizarse y adoptaron la política que estamos proponiendo, se transforma en
una cuestión táctica la organización donde se encuadren.
La tarea de organizarse en los lugares de trabajo
es de por sí muy complicada. Se deben esquivar las persecuciones de las
patronales y las conducciones burocráticas. Si además, cuando los compañeros
recién empiezan a organizarse, le endosamos la misión de formar un nuevo
sindicato, es muy probable que sólo consigamos abortar cualquier proceso
incipiente de organización sindical.
La dictadura patronal
Los lugares de trabajo son ámbitos donde la
democracia se encuentra completamente ausente. Cuando traspasamos el portón de
la fábrica, ingresamos en el reino de la patronal. Dentro de los
establecimientos, los empresarios son los únicos soberanos, con poderes
absolutos. Allí la gerencia de la empresa es quien manda, los trabajadores sólo
deben obedecer. El sistema fabril se asemeja al régimen carcelario. Los
mecanismo de control del personal se emparentan con la disciplina castrense.
Cualquier actividad que intente salirse de las
normas impuestas por la jerarquía patronal se sanciona despiadadamente. Sabemos
que el peor castigo para los trabajadores consiste en quedarse sin trabajo. Por
estas razones, el trabajo sindical en el sector privado debe realizarse con sumo
cuidado. Debemos redoblar las medidas precautorias. Se vuelve indispensable
desplegar nuestra actividad de forma secreta ó clandestina. Las condiciones del
enfrentamiento no las determinamos nosotros, son las que nos ha impuesto el
enemigo.
La legislación vigente ampara la actividad
gremial. Sin embargo, esto no impide que diariamente los empresarios persigan,
sancionen y despidan a trabajadores, activistas y aún a delegados gremiales,
legítimamente electos. La mejor protección que pueden tener los militantes
sindicales reside en la propia organización obrera. Despertar ilusiones
excesivas, en la legislación laboral, puede resultar muy peligroso para la
construcción sindical.
Estos conceptos, que pueden resultar familiares
para los cuadros más experimentados, deben ser aprehendidos por las nuevas
camadas de activistas. Debemos educar a los jóvenes que se incorporan a la
militancia gremial, señalarles la necesidad de pensar la construcción sindical
en el largo plazo. De esa forma, evitaremos medidas equivocadamente desmesuradas
ó impaciencias que pueden costar muy caras.
Junto con el dispositivo de control -de tipo
carcelario- que impone la patronal, nos enfrentamos con las medidas
persecutorias de las direcciones sindicales burocráticas. Este sistema bicéfalo
de vigilancia, establece márgenes muy estrechos para nuestra actividad. En la
mayoría de los casos, el conjunto de estos elementos, nos constriñe a trabajar
dentro de las estructuras tradicionales. No hay resquicios suficientes para
impulsar formas de organización alternativas. Este contexto nos obliga, en
muchas ocasiones, a desarrollar nuestra disputa por las masas participando de
las organizaciones sindicales ya existentes.
La pelea por la conciencia de nuestros compañeros
Uno de los principales obstáculos con el cual nos
enfrentamos diariamente, en nuestra lucha cotidiana por construir un nuevo
sindicalismo, es la propia conciencia de nuestros compañeros. El individualismo
y la desconfianza en la acción colectiva, ideas propagadas por la patronal, se
han hecho carne en fracciones importantes de la clase trabajadora. La otra cara
de estos males es el tipo de sindicalismo que genera, que tiene características
delegativas y sustitucionistas. Los compañeros esperan que el delegado sindical
les resuelva todas sus dificultades. Si no logramos superar el individualismo
que se ha instalado en amplios sectores de nuestra clase y si no conseguimos que
los mismos trabajadores se involucren en la solución de sus problemas, será
imposible sentar las bases de otro modelo sindical.
Debemos apostar por generar otro tipo de
paradigma, superando las salidas individuales y delegativas, apostando por la
participación masiva de los compañeros en la vida sindical. Por esa razón,
afirmamos que la pelea principal es por la conciencia de los trabajadores.
Debemos disputarle, compañero por compañero, a la patronal y a la burocracia
sindical.
Conclusiones
¿Debemos impulsar estructuras sindicales
paralelas? La tarea principal consiste en ganar a los trabajadores para una
política sindical democrática y participativa. Este debe ser el eje de nuestra
política. Por ese camino, iremos construyendo poder propio, que nos permitirá en
el futuro plantearnos objetivos superiores.
La formación de gremios alternativos es un
problema táctico, en cierta medida secundario, debe estar al servicio de
impulsar y consolidar formas democráticas de construcción sindical. No debemos
confundir las herramientas, los medios, con los fines. Como sostiene Victorio
Paulón, “la libertad y la democracia sindical no son la condición previa para
que la clase trabajadora rompa con el sometimiento que padece sino el objetivo a
lograr”.
En muchos casos, tendremos que llevar a cabo
nuestra lucha en el interior de las estructuras tradicionales, en otras
situaciones, la mejor opción consistirá en la formación de agrupaciones
gremiales, y seguramente habrá lugares, donde la construcción de sindicatos
paralelos resultará la mejor alternativa. Pero en todos los casos, debemos
recordar que sólo el compromiso de los trabajadores con la vida sindical y su
participación democrática puede garantizar el desarrollo y la consolidación de
otro tipo de sindicalismo, que se encuentre al servicio de los verdaderos
intereses de la clase trabajadora. La tarea fundamental no es construir un nuevo
sindicato, sino un nuevo sindicalismo.
Publicar un comentario